Regando versos o esgrimiendo la pluma (un saludo a la tolerancia).
Oyente-cómplice.
El que escucha a un poeta, por unos instantes se transporta a su mundo. Entra en una especie de complicidad con él, dejando así de lado la comprensión intelectual de la realidad.
Nos volvemos parte de las emociones de otro: miedo alegría, pasión, dudas.
Empeñamos nuestra solidaridad en sus confesiones. Accedemos a una manera de conocer diferente a aquélla a la que estamos acostumbrados.
Puede ser una experiencia estética y gratificante, vinculada a la belleza del lenguaje.
Diferentes maneras de experimentar el mundo.
La voz del poeta distante al oyente -en año o situación- permite aceptar cómo se experimenta al mundo de maneras diferentes. Cómo la sensibilidad de las personas y los pueblos cambia de unos tiempo a otros.
Se ejercita el respeto: controlando impulsos naturales para lograr escuchar con atención y en silencio.
Es una vivencia repetible: El mismo texto se puede leer todas las veces deseadas.
La poesía actúa como texto en sí. Provoca en cada uno de los oyentes, diferentes repercusiones. Estas repercusiones van a estar asociadas a sus vivencias personales. Se percibe fácilmente procediendo a su comentario colectivo.
Aceptamos en forma tácita la diferencia que tenemos con los demás, alejándonos de la imposición de que nos conviertan en personas "homogeneizadas", forzadas a encontrar que cada cosa es necesariamente "mala" o "buena".
¿Qué sucede cuando falta comprensión?
Fuera del entorno de la comprensión, con facilidad se censura drásticamente determinadas acciones para mitificar otras. Se remueven pedestales y altares de dioses. Se derriban creencias, se atacan tradiciones.
Luego de años de cultura plasmados en las letras, en el mundo exterior a ellas se pretende derribar al acerbo cultural, con la misma barbarie con que civilizaciones antiguas, erigirían sus ciudades sobre otras primigenias.
Respeto por el pensamiento diferente.
El que aprendió a compartir la concepción del mundo que tiene otro ser humano, nunca va a querer arrasar su pensamiento. Va a sentir la necesidad de que permanezca, validado por su ancestral aporte a lo que somos hoy en día.
Accediendo a nuestra identidad.
A la propia identidad se accede por lo que hemos sido como humanidad, pueblo, familia y persona.
De ahí la necesidad de conocer lo actual. De recordar lo de antes, que nos llevó a ser lo que somos.
La poesía, no es el camino único para rescatar valores que ahora perece que a pocos importan. Pero es un camino nada despreciable. Y desde este blog, lo usaremos para transitar aunque sea un pequeño pasito, a la tan necesaria recuperación de valores.
Gracias a ti, que me leíste.
Te espero para la próxima ocasión.
Hasta pronto.
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