Eduardo Zuasti, una voz poética uruguaya perdida en este siglo.

Eduardo no está.

Y no, no está. No camina por las calles del Centro de Montevideo, no asiste a tertulias literarias ni murmura sus comentarios concisos y certeros. 

Eduardo no viene a visitarme, ya nunca vendrá. No se sentará a mi lado a decirme sus últimos poemas. No leerá los míos, acompañándolos de leves gestos aprobatorios o desaprobatorios.

Eduardo no está en Google, no tiene referencias ni biografías publicadas. Ni siquiera aparece algún texto suyo, por ahí, perdido.

Eduardo amaba a los animales, principalmente a los perros.
Tenía cuatro perras que cuidaba con esmero.

Vi que algunos de sus amigos lo han homenajeado por medio de textos literarios propios. Percepciones sobre él, consejos que seguramente no escucharía (nunca lo hizo). Pero no hay alguien que destine un espacio a lo que con tanta nitidez e imágenes fuertes, supo describirnos a través de sus libros. 

Es inexplicable que suceda con un poeta de su calibre, que tanto ha dado a las letras uruguayas. Le he conocido ocho o diez libros, pero estoy segura de que escribió muchísimos más. Y debió dejar un arsenal de obras inéditas.

Y es más inexplicable aún, que en La generación poética uruguaya de los 80, el Pof. Luis Bravo (enero 2007) lo enumera (perteneciendo él mismo a esa generación) junto a otros que llama "de menor calado". 
Los "de menor calado" serían, por supuesto Eduardo Zuasti, y otros dos: el sanducero Mario Mele y Alvaro Fernández Pagliano.

Admito que entre sus "principales" de la generación de los 80, hay buenos poetas. 
Pero otros, lo único que tienen es que le escribieron a Sarajevo o lo hicieron desde su exilio en el Exterior. 
Los temas nunca deben ser motivo de volver mejor o peor a una obra. Estoy en desacuerdo.
Tampoco es mérito estar o no en el exilio. El arte debe valer por sí mismo, sin que pesen historias de vida sobre él.

Como también estoy en desacuerdo, por razones éticas, que un integrante de la mencionada generación de los 80, sea quien publique una clasificación de sus compañeros.

Por delicadeza con mis colegas poetas, no voy a tirar por el piso los nombres que creo nunca han sido más que Eduardo Zuasti. ¡Pero son unos cuantos!

Lamento que hasta en esto haya una "historia oficial". Las hitorias oficiales no van conmigo cuando se alejan de la realidad, y hay pruebas al respecto. 

NO a la historia oficial.

No me canso de repetir:

* El tango es rioplatente y no solamente argentino.

* Gardel era uruguayo.

* Sal si puedes fue un atroz genocidio.

* No hay escusa para que el ejército brasileño capturara al general Leandro Gómez luego del sitio de Paysandú (¿por qué estaban en territorio uruguayo?). 

* Ni estoy de acuerdo en que Leandro Gómez fuera fusilado sin juicio previo, No estoy de acuero con que luego se hizo con los despojos de su cadáver. No apruebo la justificación que dio, hace poco, el militar Ego Correa Luna, por una emisión radial que sigo.

No, si la "historia oficial" es una probada mentira, nunca le diré amén. ¡Yo no!

Biografía inexistente de Eduardo Zuasti.

Prometo ocuparme de averiguar la biografía de Eduardo Zuasti, y por qué no, la de su hermana, la querida y muy talentosa Elena Zuasti. De ella tampoco figura biografía alguna. 
Se los prometo a ustedes, porque seres humanos como estos hermanos, no pueden ser empolvados en el olvido.
Pero más que nada se los prometo a ellos, que ya están en otro plano, viviendo su arte sin tiempo, acompañados de la música de su padre y bajo el primoroso cuidado de aquella madre que tanto los acompañaba, o tal vez escuchando "el mismo disco de Chopin" mecionado por Eduardo en uno de sus poemas. 


Haré las respectivas publicaciones. Las sacaré en forma conjunta con las fotos que tengo con ellos, que debo buscar en el subsuelo del local de Multiconceptos, entre muchos cajones de material impreso que hay ahí, encajonado, por todos lados.


Hasta pronto, espero, si lo desean.

Gracias por acompañarme.




Y me despido con este breve texto de Eduardo, que pude evocar de memoria:









"Ocurre que la luz está furiosa
exasperada, ciega y como loca,
que se niega a morir, que se revela,
a verse desterrada por las sombras.
Ocurre lo que tiene que ocurrir
que hay amor, que hay dolor,
que hay tantas cosas
que no quieren, que no pueden
ser borradas.
Ocurre, simplemente, que hay memoria"

Eduardo Zuasti, 1988, 
Primera Exposición Nacional de la Palabra Ilustrada. 
Revista Literaria Punto de Encuentro.